Al pensar en espacio como palabra cruzada entre objetos que hemos trabajado lo primero que surgía es la idea de lugar, por supuesto. El del museo, sin ir más lejos, que tiene tanta presencia. Pero espacio queríamos usarlo también como materialidad del vacío, porque así se ha tratado de manera recurrente. Quizás porque no podemos imaginar un museo que no esté lleno, aunque sea de nada. Siempre hay un significado: Isis plantea que cuando los vigilantes de las salas no están en las sillas, permanece el significado de orden. La silla, entonces, es prótesis-extensión (simbólica) de la norma.
En "El peine del viento I" el vacío no ha aparecido porque se ha excavado lo que estaba lleno, sino como lo que verdaderamente conforma la escultura; Noelia, que es quien la eligió, presentó en clase el texto de Heidegger en el que habla de la jarra y de su vacío, que es su “nada”, que “es lo que la jarra es como recipiente”. La materialidad diáfana de esta escultura es claramente distinta a la del vacío del proyector de diapositivas de la sala 001.04 de Irene. Hay más cajas de luz, en el museo; Diego las ha señalado en las ventanas, entre la cortina y el cristal. Y proyector y cortina se encuentran de nuevo por ser espacios-superficie de límites borrosos relacionados con la acción de irradiar. En el primer caso crean la imagen; en el segundo, la tela es doble, sus dos planos unidos por la espalda se dirigen hacia nosotros y hacia el exterior.
La tensión entre el espacio de dentro y de fuera está también en la fotografía de Hellen Lewitt que ha elegido Inés L. Al más allá del escaparate nos asomamos para ver lo que haya detrás, pero el cristal también refleja el más acá del lugar desde el que miramos, ese espacio entre el vidrio con el monigote dibujado con tiza y el edificio de enfrente. Inés L. reflexiona sobre el espacio en el que encontró su objeto, el catálogo digital del museo. Aparentemente oculto, es un espacio de hipervisibilidad ligado a la accesibilidad de la web, que dice mucho de por dónde deambulamos y qué tipo de visitantes somos.
La luz de la lámpara de la pieza de Ree Morton proyecta espacio, un espacio difícil de encajar en el museo, una grieta en sus salas. Su objetualidad orgánica genera una espacialidad que contrasta con la que produce la luz blanca y estridente dominante. La piel construye un extraño espacio doméstico que, después de leer a Benjamin, puede identificarse con la casa del coleccionista.
Las cosas se han extendido, y la extensión también es una cualidad espacial, pero nunca la hemos traducido en dimensiones. No es posible señalarlas en las taquillas cuando, como ha hecho Carla, se abren literal y metafóricamente, imaginando las colecciones de objetos que albergan. Encerrada en sí misma, casi la única pieza contenida en sus propios límites es "Savonarole". Para describir la contención de su esencia caótica, Pedro subraya el orden de su base. Los pedestales son los objetos elegidos por Inés E. Amplían el espacio expositivo extendiéndolo al museo y construyendo su significado: espacio con pedestales.
ESPACIO