1 m. Mueble con divisiones para clasificar o guardar papeles u otros objetos: casillero de recepción.
2 Cada una de estas divisiones.
Se le denomina casillero al armario utilizado en vestuarios o lugares públicos para guardar objetos personales. Debido a que se ubican en zonas comunes, cada puerta cuenta con una llave, candado o cerradura que funciona con una moneda o tarjeta que permite al usuario utilizarla para abrir y cerrar el casillero. Generalmente, están elaborados de materiales metálicos y resistentes.
Visitando el Museo Centro de Arte Reina Sofía con el objetivo de encontrar algún objeto que nos llame la atención y poder escribir una object lesson alrededor de el fue una experiencia refrescante. Estamos acostumbrados a visitar los museos con una formula predeterminada; seguir la guía establecida y visitar las exposiciones observando detenidamente las obras. Durante este recorrido lo que menos observaba eran las obras, me interesaban los objetos que conviven diariamente con ellas y los objetos que damos por alto en nuestras tantas visitas a los museos. Objetos como las sillas, las cámaras de seguridad hasta los extintores que se encuentran en cada una de las salas. Justa antes de terminar y pasar por el filtro de seguridad para salir, volteé la cara y me tope con el cuarto de las taquillas del museo. Se encontraban varias personas guardando o retirando sus pertenencias, personas comenzando o terminado su visita al museo. Me intrigo mucho la imagen de un cuarto en el cual personas de todas partes del mundo confían y guardan sus objetos personales. Me pareció muy poética la hilera de taquillas metálicas resguardando una gran variedad de artículos con infinitas posibilidades e historias.

Me quede observando uno de los tantos cuartos de taquillas del museo y me sorprendió la seguridad con la que los visitantes del museo dejaban sus pertenecías, algunas de valor otras no, sin pensárselo dos veces. Todo un ritual el entrar y elegir una taquilla, no parece ser una cosa dejada al azar. Cada persona elige su taquilla, ya sea por superstición, facilidad de alcance o por la sensación de haber elegido el más seguro. Después del proceso de selección, se introducen los objetos, se coloca la moneda y listo. Los visitantes pueden empezar su recorrido y observar las grandes obras de arte. Durante su recorrido nunca vuelven a pensar en los objetos que han guardado en las taquillas, confían plenamente que al regresar estarán en su lugar esperándolos. Al terminar, regresan al cuarto que alberga sus objetos, insertan la llave, los retiran y se despiden del museo. Liberando la taquilla para el próximo visitante y una nueva historia.

Las infinitas hileras de taquillas me recordó el poder que cuentan las palabras y su intención, como demostró Victor Margolin en su texto "The Museum of Corntemporary Art". Fue en la importancia de los objetos que resguardan las taquillas y hasta en los objetos que son olvidados en ellas que encontré la relación con el texto de Margolin. Cada taquilla contiene objetos importantes para una persona, cosas que cuentan con valor, físico o psicológico, que para la persona de la taquilla de al lado no significa nada; para la persona que seguirá en utilizar tampoco comparte y el ciclo continuará. "The Museum of Corntemporary Art" existe y tiene valor por la intención de su creador y por que ha decidido redactar y enseñar acerca del. Es evidente el poder que las personas otorgan a los objetos y , sobre todo, el valor. Cada una de las taquillas podría, a su manera, ser un pequeño “Museum of Corntemporary Art” personal. Se aprende mucho de las personas por los objetos que cargan consigo, objetos por sus historias o sentimientos añadidos llegan a describir a sus dueños.

Igualmente pasa con "The Broken Mug" de Rudd Kaulingfreks que muestra una relación inconsciente con su taza de café que una mañana casualmente se le rompió. Una relación con objeto que ni si quiera recuerda como fue que llego a sus manos; apareció como si por acto de magia y si saberlos se volvió en la taza que utilizaba todos los días para su necesaria dosis de café por las mañanas antes de partir para el trabajo. Nuestros bolsos o mochilas, que guardamos en las taquillas, están llenos de objetos como la taza de Kaulinfreks. Objetos que no valoramos o damos importancia hasta que se rompen o se pierden, hasta que los olvidamos en una taquilla como las del Museo Centro de Arte Reina Sofía. Cada taquilla alberga una colección individual, una colección que cada uno de los visitantes del museo, pero a diferencia de la biblioteca de Walter Benjamin, ha realizado inconscientemente. Estas colecciones personales pueden describir perfectamente a sus dueños, desde la elección de los objetos hasta el hecho de cargar con ellos en sus bolsos diariamente.

Las taquillas actúan en su espacio en el museo como una barrera o un punto de control, al igual que la seguridad lo hace al entrar y salir del museo. Un filtro que no permite a todos entrar con sus bolsos o mochilas que excedan el tamaño predeterminado. Para algunos resulta ser algo incómoda o innecesario pero para otros es un alivio el no tener que cargar con el peso extra durante la visita y disfrutar al máximo. Las taquillas marcan un límite y me pareció muy curioso como un objeto, que no esta creado o pensado para esto, puede marcar un límite o una barrera dependiendo del espacio en el que se encuentran y de cómo las personas los utilizan o observan. Como puede ser un inconveniente o un alivio, totales contradicciones, dependiendo de cada una de las personas. Y estas solamente son dos de las infinitas posibilidades de valores de que otorgamos a los objetos.

Observo las taquillas a partir de que son utilizadas por los humanos, desde el momento en que un humano ejerce su poder y les da vida, no antes ni después. Las taquillas como un prótesis de los humanos, un prótesis que facilita y mejora, en el caso ideal de las taquillas, la experiencia humana. Como Vivian Sobchack habla de su prótesis: “… me pongo mi pierna por la mañana, sabiendo que soy yo quien le dará literal, aunque agotable, vitalidad, incluso cuando ella me soporta literalmente,…” Los objetos nos soportan y ayudan pero somos los humanos los que les damos esa vitalidad, ese valor. El diseño cada vez se enfoca más en como mejorar la experiencia humana y de darles vida propia a los objetos. Sin el poder que les damos los humanos a los objetos y la necesidad/adicción que algunos crean en nosotros, los objetos seguirían siendo unidimensionales o estáticos. Como continúa Sobchack graciosamente “particularmente porque mi pierna protésica apenas puede sostenerse por sí misma y ciertamente nunca saldrá a bailar sin mí.”

Carla Canseco
MATERIAS CRUZADAS
sf, técnica mixta, MNCARS
TAQUILLAS/LOCKERS